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“Corrí 158 km para recuperar a mi hijo y no voy a parar hasta volver a verlo”
Domingo, 31 de julio de 2016
Una desgarradora historia de lucha, amor y esperanza
Es el grito de un padre desesperado. Octavio Vignolio unió las ciudades de Balcarce y General Guido a pie para reclamar la restitución de Titi, el niño que crió junto a su mujer durante casi dos años y que fue entregado a un matrimonio cercano a una jueza de familia.

A las ciudades de Balcarce y General Guido las separa una distancia matemática y una sentimental. Desde la casa de Octavio Vignolio y Victoria Balda hasta un hogar específico de General Guido hay 158 kilómetros, 15 meses de desarraigo y una historia que contar. Es la biografía de Tiago -que pasará a conocerse como Titi-, un nene de tres años con un traumático y angustiante recorrido de vida.

Pero también es el triste cuento -todavía sin final escrito- de dos padres del corazón que luchan por recuperar la tenencia de su hijo, al que rescataron, criaron, educaron y con quien convivieron casi dos años. Luego de ese período y por decisión de una jueza, Titi pasó a ser adoptado por una nueva familia, conocida de la magistrada. Ese nuevo escenario disparó el reclamo de justicia de Octavio y Victoria y llevó a ese mismo papá desesperado a correr unos 158 kilómetros desde un hogar a otro para que su reclamo sea escuchado.



"Vamos a hacer lo que sea necesario. En este tiempo no hemos parado y no vamos a parar hasta que se haga justicia", avisó Octavio. A su maratón de tres días y otros tantos kilómetros, se le sumó un raid en los medios en la búsqueda por propagar un caso revelador que desentraña y atestigua la insensibilidad del sistema judicial.

"Un pedido desesperado de dos padres que quieren ver a su hijo. Nos pareció una forma diferente de reclamar justicia". Así resumió el padre la carrera simbólica que unió dos ciudades bonaerenses: la extensión de la casa donde vivió Titi al hogar donde reside actualmente. Llegó a la meta expulsando llanto, con una fuerza imprevista, con menos músculos, aire en sus pulmones y técnica que amor, perseverancia y voluntad.

Victoria se estremece cuando recuerda aquel 28 de abril de 2015, el último día que vieron a Titi. Sus ojos se rebalsan de lágrimas densas, pesadas. Son ojos negados, que no quieren volver a llorar. De aquellas vinculaciones infructuosas en las que debían arrancárselo de los brazos -"literalmente le tenían que abrir los dedos de la mano para separarlo", retrata- hasta la orden de restricción vigente que los coarta de acercarse al nene y al matrimonio que hoy lo tiene. De un presente al otro, los padres atravesaron un arduo recorrido judicial.

Pese a estar desilusionados, indignados y estafados, eligieron volver a creer. "Es difícil, pero tengo fe. Va a venir alguien con una mirada objetiva que va a revisar esto y que va a pensar en nuestro hijo", rezó Victoria, quizá sostenida en una seguridad que acreditó por comentarios, por trascendidos, por su don de madre. Ella cree, ella sabe que "él también está haciendo fuerza para reencontrarse con nosotros, porque él ya nos eligió como sus papás".

“Es impresionante el apoyo que recibimos de la gente. Padres e hijos adoptivos nos piden que sigamos luchando”
Octavio asume un rol de entereza, de templanza, de serenidad. Recorre la cronología de sucesos con virtuosismo y fluidez. Sabe lo que dice porque ya lo dijo varias veces. Pero mira al piso, se bloquea, se deja vencer por el instante supremo de felicidad que recrea su imaginación: "Lo primero que haríamos cuando lo volvamos a ver sería abrazarlo muy fuerte, muy fuerte… Y pedirle perdón por haberlo dejado en manos de personas que no lo quieren. Pensamos que esto se iba a revertir enseguida, porque era una locura, por eso hicimos lo que la jueza nos ordenó. Pero hoy mirando para atrás, no lo hubiese llevado…". Mientras repite que no tendría que haberlo llevado, Octavio balancea su cabeza de un lado al otro como si así reforzara su sentimiento de culpa.

A donde lo llevaron es hoy donde vive, en General Guido, en la casa de una familia que no le responde los mensajes, que le impuso una orden de restricción.

Titi nació en Villa Gesell, a sus 16 meses de vida fue internado en el hospital Materno Infantil de Mar del Plata por graves daños físicos proferidos por su madre biológica. La historia de un niño malnutrido y maltratado que nadie reclamaba llegó a oídos de los oriundos de Balcarce, quienes ya habían iniciado trámites para incorporarse a los registros de adopción. Con una promesa de guardia efectiva, en abril de 2014 la coordinadora del servicio local les permitió a Octavio y Victoria criar al pequeño Titi. "Empezamos a construir un vínculo de amor y él enseguida nos reconoció como papá y mamá. Eramos una familia hermosa", contextualiza el padre.

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justicia por titi @justiciaxtiti
#justiciaxtiti
09:53 - 27 jul 2016
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A los seis meses, los convocaron por primera vez para iniciar una revinculación con la abuela biológica. Durante una hora y por seis viernes, la reintroducción de la abuela fue fallida. Tras esa operación trunca, la jueza Verónica Polchowski, del juzgado de familia N°1 de Dolores, decretó el abandono por parte de la señora y el niño ingresó al régimen de adoptabilidad. Se abrió el listado de adopción y, aunque Titi integrara ya una familia establecida, el proceso de ingreso al padrón de padres adoptantes de Octavio y Victoria extrañamente no se ejecutaba. "La jueza y la coordinadora del servicio local nos dijeron que aún no era necesario que termináramos esos trámites. Pero no entendíamos por qué nos excluían de la posibilidad de adoptarlo una vez abierto el listado. Apelamos ese fallo. Y en diciembre nos citaron para avisarnos que se había seleccionado un matrimonio…", recuerda el padre.

El abrazo de la esperanza entre los padres del corazón de Titi. Una lucha inclaudicable El abrazo de la esperanza entre los padres del corazón de Titi. Una lucha inclaudicable
La familia respetó la decisión de la jueza de organizar un cronograma de vinculación con la familia de General Guido. Durante cinco días, el proceso fue supervisado por psicólogos y asistentes sociales. Los resultados fueron negativos. "No había forma de que se lo llevaran. Nos lo arrancaban de los brazos. Se lo llevaban gritando, llorando, pidiendo por mamá y papá. Lo escuchábamos gritar y llorar por cuadras", cuenta el padre. El último día de la vinculación convocaron a una marcha en la puerta del juzgado porque entendían que estaban desprotegiendo el bienestar del niño, evidenciados y denunciados por críticos informes de psiquiatras y su psicólogo personal. Finalmente, por presión social y en consonancia con la convocante y mediática marcha, el matrimonio local renunció a continuar el proceso de adopción.

A la espera de que se abra la feria judicial, los padres tienen el 10 de agosto una entrevista con Pilar Molina, Directora Ejecutiva del Organismo de la Niñez y Adolescencia de la Provincia de Buenos Aires
La jueza dispuso que Titi permanezca en Balcarce junto a Octavio y Victoria. Hasta que un día perdido en el calendario pasó a cobrar significación: el 28 de abril de 2015, el día en que el niño de dos años y ocho meses -sin previo aviso y por el uso de fuerzas públicas- fue arrancado de los brazos de sus padres del corazón. Fue cuando Polchowski ordenó que fuera entregado nuevamente a la familia de General Guido. Fue entonces cuando empezó a regir la restricción de acercamiento.

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Gracias a toda la gente que esta apoyando esta causa #justiciaxtiti
16:48 - 28 jul 2016
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Mientras siguen reclamando por la restitución de Titi, los balcarceños iniciaron un proceso de juicio político contra la jueza, a quien denuncian por priorizar el amiguismo y la connivencia con la familia adoptante -quienes también trabajan dentro de la órbita del poder judicial- por encima del sentido común, la justicia y las voluntades y los derechos del niño. "Esto se tiene que revertir. La justicia no puede hacer oídos sordos a todo un país y, en especial, a los oídos de un nene. En cinco, diez años, nos imaginamos con él, criándolo, amándolo, siendo la clase de padres que él se merece". La de Titi, Octavio y Victoria es una historia de esperanza, perseverancia y lucha. Es un cuento sin final…


     
 
 

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