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"Tuve que decirle a nuestros hijos que papá no iba a volver"
Lunes, 15 de enero de 2018
Paola, esposa de Oscar Vallejos, uno de los 44 tripulantes del submarino desaparecido, habló con Infobae y compartió un escrito en el que le habla a su marido en primera persona

El 15 de noviembre pasado el ARA San Juan dio la última señal que se conoce del submarino y de sus 44 tripulantes. Paola, la esposa de Celso Oscar Vallejos, el sonarista del buque, habló con Infobae y compartió sus sensaciones a través de una carta que escribió en primera persona, a exactamente dos meses de esa comunicación.

Celso Oscar Vallejos tiene 38 años y nació en Resistencia, Chaco. Comparte nombre y profesión con su papá, por lo que el tripulante del San Juan aprendió de chico que estar en la Armada significaba también mudarse seguido, a pesar la familia, de los amigos, de las ganas; a pesar de todo.


Los Vallejos vivieron primero en Punta Alta y luego en Mar del Plata, donde Oscar se enamoró de Paola. Jóvenes, él con 24 y ella con 22, se casaron y tuvieron tres hijos que hoy tienen 11, 7 y 1 año y 10 meses. Estando ahí decidió que ese era un lugar del que no quería irse y encontró en los submarinos la mejor forma de lograrlo.


"Él no era submarinista, él estaba en los barcos, pero hizo el curso y quiso entrar porque era una forma de que no lo trasladaran, de quedarse con su familia", le cuenta Paola a Infobae, que aclara que sin embargo "cuando lo hizo descubrió que era su verdadera vocación".

Pocos días después de la desaparición del San Juan, cuando la alambrada de la Base Naval Mar del Plata empezaba a poblarse con las primeras banderas y carteles, una de las dos hermanas de Oscar colgó una cartulina celeste con 1o fotos familiares en la que se leía:"Tripulante del Ara San Juan Celso Oscar Vallejos: tu fila te espera. Te amamos y extrañamos".


En las imágenes se lo veía sonriente, alegre , rodeado de sus hijos y alejado del uniforme militar. Durante los primeros días, en los que se esperaba una respuesta oficial y cada parte traía nuevas hipótesis que no tardaban en ser descartadas, cuando la incertidumbre empezaba a ocuparlo todo, el que miraba el cartel no podía dejar de pensar en esa historia, en esa gente que se reía con él en las fotos.

Entre esas personas estaba Paola, que la Navidad pasada, el día que armaba el arbolito en su casa, sin planearlo tuvo que enfrentarse a uno de los momentos más difíciles de estos últimos dos meses, el de decirle a sus dos hijas más grandes que su papá no iba a volver: "Para mí particularmente ya había pasado demasiado tiempo soy realista y sé que es difícil que puedan volver, por eso se los tuve que comunicar, porque ellas seguían esperando al papá".

"Mis suegros y mis cuñadas tienen mucha fe, yo no lo siento, pero en un lugarcito quiero pensarlo. Por un lado pienso que ya pasó demasiado tiempo, pero por otro existe esa esperanza de que vuelvan", admite y mientras habla se acaricia sin darse cuenta la remera que lleva puesta, en la que se distingue la silueta de un submarino, la palabra "mi marido" y el nombre de Oscar.


"Queremos hablar con el presidente, queremos que se haga presente porque nos sentimos desamparados en este momento y queremos más barcos buscando porque ahora hay uno solo haciéndolo y no es ninguno de los nuestros", subraya, reiterando uno de los pedidos que los familiares hicieron el viernes pasado desde la Base Naval al gobierno nacional y a la Armada.

"Mi vida paró ese 15 de noviembre", dice Paola, como si su historia se sumara a las 44 que iban a bordo del San Juan y que desde hace dos meses quedaron en pausa. "No puedo programar, es todo el día a día y el minuto a minuto, antes sabía qué iba a hacer, pero ahora no", intenta explicar la sensación, rara, a la que todavía no logra acostumbrarse, de sentirse a la deriva.

La carta

Gordi: hoy hace 2 meses que no se sabe nada de vos ni de tus compañeros y no puedo creer estar pasando por esto, si antes de partir de Ushuaia me llamaste y me dijiste: "Nos vemos a la vuelta gorda, te amo". Estabas tan contento, con los perfumes que me traías de regalo para mi cumple, acá sigo esperándote, con sentimientos encontrados, con mucha incertidumbre, con ganas de que todo esto se termine pronto.

Siento impotencia de no poder hacer nada, de tener que depender de los demás que no saben lo que es tener a un familiar desaparecido y sintiendo que la búsqueda cada día disminuye. Siempre estuve muy orgullosa de vos, de tu trabajo, del amor que le tenías a tus submarinos.

Fue muy duro tener que decirle a nuestros tres hijos que papá no iba a volver más, porque ya había pasado mucho tiempo y porque es lo que sentía hace un mes atrás, pero en un pequeño lugarcito de mi corzón todavía te estoy esperando. Te amo, te extraño, quedaron muchos sueños por cumplir, muchas vaaciones por disfrutar, éramos tan felices los 5 juntos.

Sólo pido que los busquen con más intensidad, con más barcos, que el gobierno invierta y ponga todo lo que tenga que poner para encontrarlos y que los traigan de vuelta.

Te amamos mi amor, tus hijos y yo


     
 
 

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